EL QUESO Y LOS GUSANOS de CARLO GINZBURG

Carlo Ginzburg (Turín, 1939) es un historiador italiano abanderado de la Microhistoria. Hijo de la escritora italiana Natalia Ginzburg y del intelectual Leone Ginzburg, hoy en día Carlo Ginzburg trabaja en California, Estados Unidos. Carlo Ginzburg nació en 1939 en Turín, de una familia de intelectuales y luchadores por la libertad, lo que le costó la temprana muerte de Leone Ginzburg. Se doctoró en Filosofía por la Universidad de Pisa en 1961. Dio clases en la Universidad de Bolonia y en la Universidad de California, Los Ángeles (1988–2006); asimismo enseña ocasionalmente en la Scuola Normale Superiore di Pisa. Sus campos de interés van desde el Renacimiento Italiano hasta la historia moderna de Europa. Sus contribuciones atañen a la historia antropológica, al arte, a la literatura y a la historiografía. Su punto de vista es muy original, erudito y provocador.En 1979, Ginzburg hizo una petición al Papa Juan Pablo II para que abriese los Archivos de la Inquisición. No logró respuesta, hasta que en 1991 un grupo de universitarios lograron acceso para revisar el material de los archivos. Éstos se abrieron en enero de 1998 para investigadores bien calificados. Pero su actividad política más notoria fue la que produjo su brillante escrito Il giudice e lo storico. Considerazione in margine al processo Sofri (1991) donde expuso la injusticia del juicio al intelectual izquierdista Adriano Sofri, acusado de terrorismo con pruebas dudosas.Ginzburg —cuyos padres eran de origen judío— firmó una petición en enero de 2007 contra el proyecto de ley, presentado por el Justice Ministro de Justicia Clemente Mastella, que penalizaba a los negadores del Holocausto. Lo hizo con Paul Ginsborg, Marcello Flores, Sergio Luzzato, Claudio Pavone, Enzo Traverso. Argumentaban que la legislación de Italia era suficiente para enfrentarse con tales actos. La ley fue enmendada. Su obra más reconocida en español ha sido El queso y los gusanos, 1976, que reconstruye la cosmogonía de Menoquio un molinero campesino del norte de Italia a partir de dos juicios que le hizo la Inquisición en 1583 y 1599, y elabora nuevas teorías interpretativas. También ha tenido eco sus ensayos plurales de Mitos, Emblemas e Indicios: Morfología e historia, donde muestra la forma de analizar evidencias.En la Historia nocturna (1989) profundiza sobre las raíces antropológicas de la narración a través de textos variados como sermones o tratados de demonología. Trata de mostrar el substrato de cultos chamánicos en Europa. En El juez y el historiador, además de defender a Sofri, reflexiona sobre los métodos que usa el historiador, comparándolos con los del juez. Así revisa las posiciones de Lucien Febvre y Marc Bloch de la Annales d'histoire économique et sociale.En el reciente Il filo e le tracce, aparecen historiadores, novelistas, inquisidores, eruditos, chamanes, o poetas. Habla de Montaigne, Voltaire, Stendhal, Auerbach, Kracauer, además, para reflexionar una vez más sobre el oficio de los historiadores y sus dificultades con la verdad.

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