FORMACIÓN POLÍTICA -Clase 1-

Clase Nº 1

EL MUNDO

Creemos que el mundo cambia junto con nosotros porque hasta ahora la vida nos demuestra ese cambio. No soy quien era, pero gracias a ser quien fui puedo afirmar quién soy. El mundo es una evolución constante, las ideas son una evolución constante.

Quienes toman “conciencia” de las desigualdades, de las injusticias, de la ignominia, son quienes saben que es la obligación transformar, cambiar, pero desde los muchos, desde una organización, porque la organización vence y convence.

Hace 4.500 millones de años, probablemente se formó la tierra, nuestro planeta, de radiaciones, de agua, minerales y de los gases contenidos en la atmósfera primitiva, con ese “gran caldo” se fueron conformando una gran cantidad de sustancias químicas, una de esas sustancias era una macromolécula de ADN, con características esenciales, esta molécula era capaz de reproducirse y cambiar.

La vida es organización, organización celular, materia. La vida nació de sucesivas mutaciones, cada vez más complejas de la materia. Lentamente el planeta se pobló de plantas y animales, uno de ellos, el homínido se impondrá a los demás, vivían en los árboles organizados en hordas. Un día bajaron al terreno, se alejaron de los árboles y caminaron sobre dos patas.

Se adaptaron y comenzaron a actuar sobre la naturaleza para –por necesidad– transformarla. La primera gran transformación fue la invención de la herramienta, golpeando una piedra con otra, y con esta creación, el homínido se hizo hombre. Comenzó el trabajo y con él, la aventura humana.

El homínido fue evolucionando de homo hábilis, homo erectus, homo sapiens y cuando se hizo hombre partió de lo que existe –hojas, piedras, huesos– imaginó, pensó lo que no existe –cuerdas, cuchillos, punzones– y lo realizó.

Pensar, en una primera etapa, es la capacidad que adquirió el hombre en reproducir en el interior de su cerebro cosas abstractas –imágenes, símbolos, palabras– capaces de corresponderse con cosas concretas.

Pensar, en una segunda etapa, es la capacidad de relacionar entre sí esas cosas abstractas –esas imágenes, esos símbolos, esas palabras– de manera cada vez más compleja, originando de este modo un flujo constante de nuevos pensamientos.

El mundo exterior se percibe en nuestro cerebro a través de sentidos. El cerebro transforma esos conocimientos sensibles en conocimientos racionales, es decir en conceptos, ideas.

Este primer gran paso del pensamiento humano trae dos consecuencias:

  1. La transformación de los hechos –externos–
  2. En ideas –internas–

Que van a determinar otras dos consecuencias no menos importantes:

  1. La transformación de las ideas –internas–
  2. En hechos –externos

De la transformación de los hechos en ideas nace el pensamiento y de la transformación de las ideas en hechos nacen las acciones. El pensamiento produce acciones y las acciones nuevos pensamientos. Por esto el hombre es un ser racional, además de sentir, razona –piensa–. Pero el ser racional del hombre sólo fue posible porque es un ser social.

Viviendo juntos, necesitando uno del otro y ayudándose unos a otros los hombres toman conciencia de existir, de “ser” los unos para los otros. Trabajando juntos hombres y mujeres comienzan a comprender que el ser humano es más humano cuando está con otros.

Al calor de los grupos el aprendizaje de los más chicos se prolonga. Los nuevos descendientes que parecen tan indefensos y que tardan tanto en crecer se transforman lentamente en los seres más inteligentes y completos del planeta.

Los huesos de la cabeza se siguen ensanchando y sólo se sueldan al cabo de años. El sistema nervioso del ser humano sólo termina su maduración alrededor de los dieciséis años.[1] Mientras tanto el cerebro se sigue transformando, guarda en sus pliegues toda la experiencia del grupo. Ese conocimiento se transmite de generación en generación que da como resultado, la cultura.

El ser humano es el único que sin dejar de pertenecer a la naturaleza fue capaz de trascenderla, es el único capaz de re-crearse a sí mismo, el único de incorporar a su patrimonio biológico –innato– un patrimonio cultural –adquirido–.

El hombre es el único animal que tiene conciencia de sí. El único que además de pensar el mundo es capaz de pensarse en el mundo y de pensarse a sí mismo pensando, es decir, de incluirse como tema entre los temas de su pensamiento.

Trabajando juntos los hombres descubren la conveniencia de dividirse el trabajo según las aptitudes para que cada uno trabaje en lo que sepa hacer mejor. Nace de esta forma, la división natural del trabajo, según las fuerzas, los sexos y las edades.

Dominan el fuego que mejora su alimentación y su defensa. Siguen buscando relaciones, usando la mano para la cabeza y la cabeza para la mano y surge la agricultura –domesticación– como también la cría de animales, lo que permite que no tenga que salir de caza todos los días e incluso logran que algunos animales trabajen para ellos.

Juntan e intentan guardar para los tiempos difíciles, por lo que inventarán la cerámica y su producto, la alfarería que permite más higiene y la conservación de alimentos.

La agricultura y la división natural del trabajo hace que los seres humanos produzcan y muchas veces más de lo que necesitan, sobran alimentos, hay excedente.

Por entonces los seres humanos se organizaron en forma de grandes familias o clanes, ocupando generalmente las mejores tierras a orillas de los ríos o en los valles fértiles.

En el clan las normas que regulan la convivencia regulan también el trabajo de sus miembros. Sin embargo el clan no es una organización social destinada a mantenerse mucho tiempo, al contrario, la permanencia en grupos cerrados que se reproducen entre sí y están en continua hostilidad con otros grupos impide ulteriores progresos.

Pronto los seres humanos comprenden que deben elegir entre casarse fuera del grupo o ser muertos por otros grupos, nace así una nueva norma: la prohibición del incesto.

A partir de entonces los clanes se acercan unos a otros no sólo para reproducirse, sino para compartir, para aprender y defenderse.

Con la aparición de los alimentos sobrantes y con la fusión de los clanes entre sí –mediante matrimonios cruzados– los seres humanos se multiplican tan rápidamente que pronto necesitan más tierras y nuevos jefes –además de los jefes de familia– para organizarse.

Uniendo los clanes bajo un solo mando crearon entonces una nueva organización social: la tribu.

Aun conservando sus diferencias los pueblos fueron agrupándose en comunidades cada vez mayores, con normas –leyes– cada vez más precisas.

Así, aunque la historia no es lineal ni igual para todos, a grandes rasgos podemos decir que la humanidad pasó:

  1. de una sociedad pequeña (el clan), compuesta por varias familias
  2. a una sociedad más grande, compuesta por varios clanes (la tribu)

De una vida nómada basada en la caza, la pesca y la recolección de frutos, a una vida sedentaria, incorporando la agricultura y la ganadería; de vivir con la comida al día a disponer de alimentos de reserva y de tiempo libre para dedicarlo a mejorar la propia existencia.

En la tribu, guerreros y sacerdotes son respetados por todos. Por eso se confía la defensa a los guerreros y la administración de las riquezas a los sacerdotes.

Pero con el tiempo sacerdotes y guerreros acumulan tantos privilegios que terminan por considerarse superiores al resto de los hombres.

Poco a poco los jefes comienzan a separarse en "rancho aparte", desde donde toman las decisiones sin consultar a nadie.

La asamblea de ancianos que antes elegía y destituía a los jefes, administraba la justicia, y tomaba las grandes decisiones, pierde poco a poco su razón de ser y desaparece.



[1] Jean Piaget. Psicología y pedagogía. Pág. 47, Ed. Sudamericana-Planeta, Buenos Aires, 1985

Comentarios

Entradas populares de este blog

DICCIONARIO TUMBERO-ESPAÑOL

EL MEDIO PELO en la Sociedad Argentina (Apuntes para una sociología nacional) Arturo Jauretche

GRUPOS ECONÓMICOS DE LA ARGENTINA